número 72 / febrero 2022

Textos de aquí y de allá

¡Trifulca en el velorio!

Roque Gonzalez

Resumen

Este caso fue derivado desde la fiscalía en 2012 para ser tratado en mediación gracias a un convenio con el CEMID. Fue tratado - como es de buena práctica- no centrando el análisis en las declaraciones que las partes dicen en las denuncias.

Ejemplo paradigmático en mi práctica, deja marcada la necesidad de la humildad y objetividad en la apreciación de lo que nos relatan o cuentan los protagonistas.

Allí donde, con “nuestros anteojos” no podemos ver claramente. La paciencia, el preguntar asertivamente sin prejuzgar;  nos puede dar la posibilidad de entender el conflicto -sin la necesidad de coincidir con nuestros valores morales- generando el ambiente para el dialogo/la conversación pacífica.

Texto

Las comunidades medianas son pequeñas por su densidad demográfica, pero grandes en la percepción de quienes la integran, y allí muchas veces los secretos visibles sorprenden a los propios protagonistas.

Don Mateo era un vecino y comerciante muy reconocido en la ciudad, muy respetado por su honestidad y buen nombre… Pero todos —o la mayoría— su secreto; todos/la mayoría sabían de su hijo ilegítimo, Pedrito. Un secreto a voces (silenciosas).

·                      Don Mateo nunca le hizo faltar nada a su familia (la formal), conformada por su esposa Lorena y sus dos hijas, Camila y Débora. Tampoco abandonó a “su secreto”: siempre aportó, no solo económicamente sino también en la formación educativa de su hijo. A pesar de que no podía hacerlo en forma pública, siempre estuvo presente en la vida de Pedrito con la familia materna; incluso con Elvira —su suegra en las sombras—. Aunque al principio la relación no fue de agrado para “la familia”, luego con el tiempo fue muy buena —aunque “no formal”—. Era su aliada en la formación y educación de Pedrito.

·                      También era un referente Hernán, el hermano menor de Don Mateo, quien más de una vez tuvo que oficiar como encargado/representante de su hermano en situaciones públicas. Lo admiraba de forma similar a la de un hijo con su padre.

     Todos, la mayoría, sabían del “Secreto de Don Mateo”

Ese martes asistieron todos (la mayoría) de los vecinos y amigos al sepelio de Don Mateo.

En la funeraria a nadie le sorprendió que, alrededor de las 21 horas, ingresaran Elvira y Pedrito a la sala donde se encontraba el féretro, para expresar el cumplido respeto. Excepto a Hernán, a quien primero “le corrió el sudor frío… y luego perdió el control” al observar la escena alrededor el ataúd. Sus sobrinas Camila y Débora gritaban y agredían a Elvira y a Pedrito. Entre gritos, llantos y golpes, trató de intervenir en la trifulca.

·                      Elvira fue la que más golpes recibió. Por cubrir a Pedrito para evitar que fuera lastimado, no atinó a defenderse o a devolver las agresiones.

·                      Hernán trataba de separar a las mujeres: empujó y trasladó a Elvira y su nieto hasta la puerta de la funeraria. A su vez, en el camino, recriminaba a Elvira su actitud, su osadía, su traición, etcétera.

La mujer estaba muy dolida, muy herida en su honor; más que por las marcas y evidencias de las agresiones en su cuerpo. Y se encaminó hacia la seccional de la Policía para realizar la denuncia correspondiente: agresiones físicas y amenaza de muerte, responsabilizando a Hernán y a su familia por la injusta situación.

 En la Fiscalía de Tribunales, no conseguían un tratamiento ágil y adecuado:

·                      El delito no era considerado “importante” (hasta casi trágico-cómico)

·                      La opinión generalizada: daños menores, no se evidenciaban riesgos de continuidad o escalada de la situación violenta, ni justificación de daños económicos o patrimoniales que argumentaran la activación del proceso judicial.

 Todos, la mayoría, sabían del “Secreto de Don Mateo”

Luego de nueve meses, llegó el caso al Centro de Mediación Interdisciplinario, como parte del convenio (bypass en el proceso).

 

 En mediación

En la reunión privada de la mediación, cada uno expresó su vivencia y el dolor ante la situación violenta no entendida.

Los mediadores no lograban comprender cómo llegaron a ser los protagonistas centrales de este conflicto, ya que se reconocían como muy buenas personas y afectivamente muy cercanos (hasta el evento). Incluso el afecto a Pedrito y la memoria de Don Mateo no se ponían en juego.

Luego de preguntar de distintas formas y maneras, no lograban establecer la causa o el origen de este conflicto. La mayor coincidencia, si se quiere, era no entender la actitud del otro en una ceremonia que pretendía dar el “último adiós” a la imagen de Don Mateo.

Ya en la reunión conjunta, luego superar los primeros cruces de reproches y descalificaciones mutuas, fue Hernán quien intentó un tibio pedido de disculpas, en nombre propio y de su familia, por las agresiones hacia Elvira. Asimismo, pidió una explicación: “¿Por qué tenía que provocar? (principalmente a sus sobrinas con la presencia de Pedrito)… si habían acordado que tenían un horario asignado ‘alrededor de las 19 horas’”.

Allí, Elvira interrumpió y lo contradijo:

—¡Nosotros fuimos como nos dijiste, a la 9!

—¡A las 19, te dije! ¡A las 7 de la tarde! — respondió Hernán.

 Hubo un silencio corto, un cruce de miradas, un cambio de posturas.

Elvira retomó:

—Bueno… puede que me haya confundido con el horario pero ¿por qué tu agresión, los insultos, los tirones de pelos, las trompadas? ¡Si no lo cubro a Pedrito, lo matan!

—Es que cuando los vi a los dos al lado de cajón perdí el control, no sabía qué hacer—respondió Hernán—. En nombre mío y de la familia, te pido perdón. Si te sirve, asumo toda la responsabilidad, como les dije a los mediadores[1].    

 Se produjo otro silencio pero con un gran cambio en las miradas. No se dijeron más. Se fundieron en un emotivo abrazo.

 Los mediadores invitaron a resolver este caso con el informe a la Fiscalía. Elvira y Hernán poco escucharon sobre el cómo (el procedimiento) pero estuvieron dispuestos a hacer el acuerdo, el informe, y agradecieron el espacio de la mediación para lograr pacificar sus vidas, al poder entender qué paso, cómo ocurrió, por qué hizo y dijo, etcétera.

 

 Sugerencia

A veces, al conducir la mediación, los mediadores no precisan de grandes intervenciones y de  preguntas complejas. Solo, y siempre, estar atentos, ser flexibles, pacientes, y confiar en las historias de las personas (sin juzgar o intentar presagiar).

Los hacedores y protagonistas del conflicto son ellos, así como los dueños y posibilitadores de la solución o el acuerdo. 

 


[1] En la reunión privada, Hernán había relatado: “Las que se enfurecieron al ver a Pedrito y Elvira al lado del cuerpo de Don Mateo fueron las chicas… No justifico nada, pero las entiendo… No voy a responsabilizar a mis sobrinas. ¿Cómo puede pensar Elvira que soy capaz de pegarle? ¿Por qué tenían que provocar a las hijas de Mateo? Pero asumo toda la responsabilidad ¡A mis sobrinas no las molesten!” Hernán no autorizó a los mediadores a comentar esta situación frente a Elvira.

Biodata

Roque González
Mediador Interdisciplinario, desde 2003. cemidcomper@gmail.com
Integrante del Registro de Mediadores Comunitarios de la Defensoría del Pueblo de Paraná  desde 2004. Director/coordinador del Centro de Mediación Interdisciplinario del COMPER  desde 2006. Servicio de  mediación privada – extra judicial. Coordinador de capacitaciones y actividades de mediación en Instituciones y municipios de Entre Ríos. Apasionado de la mediación y participante de todo evento que promueva y difunda la mediación.

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