Número 2 / Diciembre 2002

Sobre los conflictos

editorial

Los conflictos son la materia prima, el material de trabajo sobre el que operamos quienes nos dedicamos, desde distintos ámbitos a la gestión de conflictos.
Por eso nos pareció interesante proponer esta temática en la presente edición y desplegar distintos recortes sobre aspectos particulares de los conflictos, para posibilitar luego la búsqueda de incumbencias específicas.
Ahondar y dar cuenta de las motivaciones de esta elección, es transitar el camino recorrido por nuestros colaboradores.
Así, Florencia Brandoni, explorando el campo de la mediación, nos hablará del conflicto como inherente a la condición de sujeto humano, en tanto seres de lenguaje para quienes hablar es producir equívocos, cadenas significantes que implican necesariamente el malentendido.
Elena Cohen Imach planteará el carácter dilemático de la estructura de las relaciones familiares y sus mandatos paradójicos, que la tornan inestable, sentando las bases para pensar el conflicto también como inherente a ese sistema de las relaciones.
Para Leonardo Schvarstein, decir que algo es un conflicto implicará ubicarse en un contexto y considerar a la organización como fondo del conflicto, en el entendimiento de que no hay conflicto fuera de la ontología de la organización, y así conceptualizarlo como un modo de expresión que habla de la organización y de sus integrantes.
En una mirada abarcativa, Remo Entelman nos invitará a referir el conflicto al género más amplio de los fenómenos sociales al que pertenece como clase y pensarlo no como una patología social, sino como una forma de relación connatural a la existencia de la sociedad, que integra la trama del tejido social.
Como característica del abordaje propio de la resolución alternativa de conflictos Corbo Zabatel describe, uno de sus factores más atractivos, la inclusión de la lógica de la satisfacción, diferente a la lógica del discurso jurídico, como condición de la sustentabilidad de sus resultados.
A pesar de la insistencia en la visión positiva del conflicto, característica de quienes participamos en el desarrollo de estas prácticas, Corbo Zabatel nos advierte que, los tiempos actuales parecen haber potenciado dos aspectos o dimensiones de signo negativo: la institución de la desconfianza como matriz en la que se acuña el vínculo con el otro y una conflictividad a veces exacerbada.
En este sentido, expresa una idea preocupante: que el conflicto motoriza, da cuenta de una de las funciones del conflicto y de una de las miradas sobre él, pero a veces, lejos de motorizar, puede paralizar u ocupar el lugar de una funcionalidad velada, que posibilite la distracción de la atención y el dispendio irresponsable de energías que nunca terminan de encaminarse hacia el corazón de los conflictos o hacia el nudo de las dificultades.
Desde esta publicación alentamos el compromiso de quienes con su práctica ponen las condiciones para nuevas conversaciones, para la inclusión de los sujetos y la intersubjetividad en el despliegue de los conflictos, más allá de la particular disputa que presenten las personas implicadas en ella.