Número 10 / Mayo 2004

Negociación

editorial

Presentamos en esta oportunidad nuestro número 10 (y no podemos dejar de preguntarnos por qué las decenas parecen tener un mayor peso, o adquirir un significado de logro o meta diferente a los demás números que recorrimos y que recorreremos hasta alcanzar la próxima decena).
El eje que recorren los distintos artículos que proponemos para su lectura, es en este caso la negociación.
Tal vez nos hemos ocupado poco de ella, quizás porque se la visualiza como un método RAD autónomo, en el que el tratamiento directo que las partes dan a su conflicto alcanza mayores niveles de informalidad tanto en la estructura del proceso y en la ausencia de terceros con roles o niveles de intervención determinados, como porque concluye con un producto del que en principio no se describen efectos o características particulares, propias del proceso que se cierra.
Sin embargo, otros métodos RAD – particularmente la mediación y la facilitación a los que sí hemos dedicado más números de la trama – parten necesariamente de considerar a la negociación como la modalidad básica de abordaje del conflicto, sobre la cual imprimen procesos más o menos estructurados y la actividad de un tercero en un rol específico que confiere al método RAD de que se trate su especificidad. Baste con mencionar que una de las descripciones posibles de la mediación es la de un proceso de negociación colaborativa, con la asistencia de un tercero neutral que acompaña a las partes en ese proceso. Mal podría entonces, desde este punto de vista, hablarse de mediación sin un adecuado manejo de las herramientas conceptuales propias de la negociación colaborativa.
Dos de los artículos que hoy presentamos subrayan como punto de partida para la negociación el deber de buena fe. Tanto en el ámbito de las negociaciones privadas como en las públicas y particularmente en las negociaciones internacionales (Conf. Resol.No.53/101 de el Asa. Gral. de la ONU, citada por Mauricio Alice) parece indispensable pronunciarse insistentemente sobre este deber, que es el tema central de la colaboración de Enrique Cárrega.
Para precisar el concepto, Cárrega dirá: “Se negocia de buena fe cuando no se defrauda o abusa de la confianza del otro, cuando se guarda fidelidad a la palabra dada y cuando ambas partes son colaboradoras y solidarias”. 
Tanto el trabajo de Miguel Cortés como el de Roberto Padilla, ambos referidos a la negociación en el ámbito público señalarán hasta qué punto las dificultades en la confiabilidad de los funcionarios públicos y su poder de decisión, por la falta de transparencia de los actos de administración de gobierno, así como las sospechas de corrupción, socavan la posibilidad de desarrollar más esta herramienta que agilizaría la gestión en el sector público, en una época en que “el entorno cultural, social y político en la sociedad contemporánea plantean una mayor heterogeneidad de actores e intereses y de funciones a cumplir por el aparato estatal, lo cual impone la necesidad de adecuar los modos en que la administración pública se organiza y las maneras en que ésta lleva adelante su accionar”.
Patricio Nelson y Francisco Ingouville se referirán a ciertas particularidades de este mismo tema en las conversaciones difíciles y en la negociación creativa. Ingouville explicará que si no están dadas las condiciones para que una parte confíe en que la otra no abusará de la información, es inútil intentar avanzar hacia el conocimiento de los intereses. Nelson señalará entre las principales objeciones planteadas en organizaciones empresarias la falta de interés real en los participantes de una negociación en un resultado productivo para las partes y la necesidad de evitar un “sincericidio”, obstáculos que sólo se pueden allanar con la construcción de significados compartidos, que implican un proceso colectivo e institucional y redes sociales que impliquen asistencia, información, confianza y el mecanismo social de reciprocidad. Resulta clara la vinculación de estas dificultades y su posible superación con el deber de negociar de buena fe.
Por último la colaboración de Iván Ormachea Choque, a más de un marco teórico de las influencias y procesos de negociación, intentará articular estos conceptos con las investigaciones sobre el tema que se vienen desarrollando en el campo de las ciencias sociales y el consecuente desarrollo de habilidades en las capacitaciones, más allá de los modelos prescriptivos.
Las editoras de la trama quisiéramos enfatizar que es un buen momento para reafirmar nuestra convicción en los valores de los cuales los métodos RAD son portadores. La buena fe negocial es uno de ellos.