la práctica

Una más de perros

Patricia Valeria Aréchaga

(una excusa para hablar de los acuerdos en mediación)

He tenido en mi práctica varios casos donde la discusión gira en torno a estas dulces mascotas llamadas perros.
Es interesante cuanto de cada uno se deposita en los canes. Recuerdo, por ejemplo, cubrir la falta de un hijo en la pareja, la seguridad de una casa, y así muchos más.
En el caso particular que quiero comentarles la convivencia entre vecinos alrededor de un perro duró dos meses.
En aquel momento el Sr. Gómez, de 82 años, vivía con su esposa en un departamento debajo de la vivienda del Sr. Vega, quien vivía con su esposa y tres hijos. Él concurrió a un Centro de Mediación comunitaria para solucionar el tema referido al perro.
Efectivamente, se sentaron en una mesa ambos vecinos para intentar resolver la cuestión de los ladridos de la mascota de los hijos del Sr. Vega, que perturbaban al Sr. Gómez.
Llegaron a un acuerdo que consistía en que el Sr. Vega le pedía disculpas y se comprometía a que el perro no moleste más.
Ello permitió que en las fiestas de fin de año, muy próximas a la celebración del acuerdo, ambas familias pudieran saludarse.
A tres meses de dicho evento, el Sr. Gómez pidió una nueva mediación en otro Centro por el mismo tema.
A poco de empezar la primera reunión comentaron este acuerdo. El Sr. Gómez dijo que se había incumplido y el Sr. Vega dijo: "yo firmé un acuerdo sin estar de acuerdo". Relató que en la mediación anterior el Sr. Gómez pareció descomponerse y que él tuvo mucho miedo de que sufriera un infarto por su culpa, que en esas condiciones, para terminar con la situación, firmó ese convenio.
He escuchado en otros casos "el acuerdo no me pertenece", u oraciones similares cuyo significado gira en torno a la ajenidad o extrañeza frente a lo convenido.
Muchas cuestiones pueden estar anudándose en estas frases, de todos modos me permiten pensar en un eje: la celebración de un acuerdo que los participantes sienten que no les pertenece y trae como consecuencia que éste no se cumple, que el mismo se agrieta tempranamente.
Hay una temática fundamental en la tarea de mediar que se juega al celebrarse un acuerdo: el protagonismo de las partes y no el acuerdo.
¿Es lo mismo la intervención del mediador que declara a las partes capaces de celebrar un acuerdo o que por el contrario los declara incapaces que aquella otra intervención del mediador que les permite pensar a las partes con una pregunta: ¿por qué creen ellos que pueden o no llegar a un acuerdo?
¿Qué territorios se abren en el primer y en el segundo supuesto planteado?
Ese es el interrogante que quería dejar abierto.