la práctica

Sobre la habitación azul

Florencia Brandoni

Hace poco leí una novela que me atrapó tanto por su trama como por el modo en que está construída la narración: La habitación azul, de George Simenon. Es la historia de un encuentro, una pasión y un malentendido entre dos ardientes amantes. Desde luego recomiendo su lectura y no contaré el final de la historia por si hubiera interesados en su lectura.
Una de las cosas que más me impactó del libro, es como el autor muestra magistralmente el malentendido de la comunicación humana. Uno de los axiomas de la comunicación humana es que toda comunicación se da en un contexto relacional determinado y este califica al mensaje. No obstante, las mismas palabras en una determinada relación pueden significar cosas muy distintas para los miembros de esa relación. Y entonces debemos pensar que el contexto que determina su significación no es sólo el de la relación, sino también el de cada sujeto que participa de esa comunicación. Los personajes de la novela tienen un pequeño diálogo en la habitación azul, lugar de reunión de los amantes, en el que Andrée le pregunta a Tony: ¿Te pasarías la vida entera conmigo?, y él responde: claro. A partir de allí ocurren una serie de desencuentros entre ellos, que terminan en un drama. ¿Por qué? ¿Qué entendió cada uno que el otro le decía?
Al mismo tiempo, el autor expone maravillosamente cómo esos mismos mensajes de la pareja en otro contexto significan algo distinto o al menos están expuestos a múltiples interpretaciones según quien interrogue acerca de su sentido. Así es como el personaje del juez, que reconstruye la historia, fuerza, cambia o tergiversa el sentido de lo que Tony le relata. Simenon va aún más lejos en esta línea mostrando que un tercero ajeno a la relación, presupone una intencionalidad a los dichos y hechos de los protagonistas, que modifica el sentido que los mismos dichos y hechos tuvieron oportunamente para ellos. El autor anticipa "Diem (el juez) y él no lograban situarse en el mismo terreno, ni usar palabras que significasen lo mismo para los dos. Había un malentendido permanente". Sobre esta dificultad, el protagonista dice en primer lugar: "Qué distinta es la vida cuando se la vive y cuando se la examina después!", y más tarde agrega: "A la gente le gusta creer que uno siempre actúa por un motivo concreto".
Evoqué el malentendido de Tony y Andrée, durante una mediación con Ana y Omar, una pareja cercana a los 40 años, que estuvieron casados durante 15 años y hacía apenas un mes que se habían separado. La mediación la había solicitado Ana al día siguiente de mudarse. El reclamo era la fijación de una cuota alimentaria. Omar no conocía las razones que habían motivado el pedido de mediación, porque cuando ella se fue de la casa, él le dijo que le daría el 30% de su sueldo, tal como le había dicho un abogado que corresponde legalmente hacer y eso había hecho, (aprox. $250).
Ella explicó que ese dinero no le alcanzaba porque entre el alquiler y las expensas gastaba casi $400. Por supuesto, ella tenía ingresos propios, pero era evidente que entre estos ($600) y el aporte de Omar ($250), el dinero era insuficiente para mantenerse a ella y a los dos hijos (aún cuando estos almorzaran diariamente en la casa del padre).
En ese contexto, el gasto de la vivienda parecía excesivo. Omar al comienzo había repetido dos veces: "Yo le doy lo que corresponde, y si ella asumió gastos que no puede afrontar no es problema mío", sin que yo pudiera entender exactamente de que hablaba.
En una reunión privada con Ana, le pregunté como fue que alquiló ese departamento, y ella respondió que cuando lo encontró le preguntó a Omar si él la ayudaría y él dijo que sí. Esto le hizo pensar a Ana que él pagaría el alquiler y las expensas. Además, pusieron como garantía de ese alquiler una propiedad de ambos.
En una reunión privada con él, conversando sobre el gasto de alquiler de Ana, él recordó la conversación en que ella le preguntó si él podría ayudarla y él contestó que sí. Comentó que no quería ocasionar más problemas con ella, pretendía evitar que ella se enojara con él, porque en ese momento pensaba que todavía podrían reconciliarse.
Como se puede advertir, el contexto que da sentido a ese pequeño diálogo es, cuando menos, el de las expectativas de cada uno. En este caso, muy distintas para Ana y para Omar.
El reconocimiento de los malentendidos como propios e inevitables en la comunicación humana y las distintas atribuciones de significación a idéntica cuestión, nos debe poner a salvo, al menos desde el rol de mediadores, de atribuir intencionalidades, imaginar planificadas estrategias y buscar al culpable. Una cantidad importante de situaciones, que generan conflictos que llegan a la mediación, existen distintos entendimientos o diversas interpretaciones atribuidas desde la subjetividad individual de cada interlocutor, subjetividad que constituye un contexto en sí mismo.
Del mismo modo, para Tony, el protagonista de la novela el contexto de aquel diálogo era: " en la habitación demasiado caliente que olía a sexo aquello sonaba natural….en la habitación azul nada era real. O mejor, se trataba de una realidad diferente, incomprensible fuera." Mientras que para Andrée la habitación azul constituía una misma realidad con lo que ocurría fuera de ella, y por lo tanto ese diálogo tuvo un sentido para ella que pueden conocer al final del libro.