la práctica

Restitución de cuerpos

Jorge Leoz

“-Jorge, las partes ya están-”. La carpeta con la solicitud de mediación titula el motivo de conflicto: “Pago de cuotas y restitución de cuerpos” (sic). Voy a recibir:
-¿Sr. Nuñez?, ¿Doctoras?, ¿por Baldassa S.A.? Sí, mucho gusto, adelante, pasen por aquí-. Pasillo del hall de espera a la sala de encuentro, yo mediador: ¿¿¿!!!qué!!!???, ¿¿¿!!!¡¡¡???
La práctica continua de la mediación nos ubica frente a una serie de temáticas esperables y la repetición nos instala en la comodidad de lo conocido, de lo que aún más allá de sus particularidades nos remite a parámetros similares, a ciertos anclajes informativos, a ciertos discursos, a ciertas implementaciones técnicas adecuadas al estilo propio del mediador. Pero lo cierto es que puede fácilmente hacernos ingresar en sentimientos de rutina, a veces de fastidio o tedio, en fin, a la sensación de “más de lo mismo”. En cambio, lo desconocido mueve los resortes de la inquietud, de la curiosidad, de la innovación y por qué no también, de la ansiedad y el temor del ¿qué será? ¿qué pasará?

Ahora ya en la sala me percibo más cuidadoso que nunca con las presentaciones, demoro el registro de los nombres, los documentos, la lectura del poder del representante Sr. Bruner por Baldassa SA y sin ser demasiado extenso, soy muy preciso con el discurso de apertura ya que el Sr. Nuñez nunca estuvo en un espacio de mediación.
El Sr. Nuñez nos cuenta que pidió la mediación porque hace cinco años murieron dos de sus siete hermanos. Estos estaban un poco perdidos, se drogaban, y también robaban. En circunstancias que él desconoce pero seguramente por los efectos de las drogas y el alcohol uno de ellos mató al otro y después se suicidó. No entiende como ocurrió todo esto, porque como hermano mayor siempre trató de ser un buen ejemplo para ellos. También como hermano mayor y porque los otros hermanos se borraron, él tuvo que hacerse cargo del sepelio. Como no pudo enterrarlos en el cementerio municipal de su localidad en el Gran Buenos Aires, consiguió hacerlo en un cementerio privado. Pero ahora se encuentra desocupado desde hace bastante tiempo, cobrando un mínimo subsidio del Estado y con una familia de cinco hijos a su cargo, por lo que no puede pagar los gastos del cementerio privado. Solicita poder retirar los cuerpos.
Por su parte el Sr. Bruner nos cuenta que el cementerio privado al que se refiere el Sr. Nuñez pertenece a Baldassa SA empresa a la que él representa y que efectivamente se trata de una parcela por cuya compra se abonaron tres cuotas de un total de cuarenta y que en cinco años no hubo pagos del canon semestral que corresponde. De modo que los cuerpos no se pueden exhumar.

Yo, mediador, hipótesis inicial: “Claro, pienso, ¿para devolver los cuerpos querrán cobrar? ¿hipótesis? ¿qué estupidez estoy hipotetizando? Sinceramente, no entiendo nada. ¿Qué voy a hacer? La formulación de hipótesis nos permite direccionar preguntas, pero como no atino a una hipótesis que me sostenga decido aferrarme a los recursos técnicos: parafraseo ¡qué parafraseos espectaculares! y comienzo a hacer preguntas abiertas que me sirven para indagar información: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? ¡Qué poderosa herramienta es la pregunta!

Y entonces en la mesa de la mediación se despliega que los cuerpos, por ordenanza municipal, no se pueden exhumar hasta pasados seis años del entierro (con lo que falta un año para poder hacerlo), y que cuando la exhumación ocurra los cuerpos tienen que ser cremados porque no pueden ser trasladados si han estado en tierra (por la descomposición). Y pregunto por las opciones y por las alternativas y aparecen las propuestas. El Sr. Bruner plantea que si el Sr. Nuñez se compromete al pago de los gastos de la exhumación y de las cremaciones (que no es tan caro como yo creía), la empresa puede contemplar la posibilidad de entregar los cuerpos sin el cobro de lo adeudado, dada imposibilidad de pago (solicitud efectuada por las abogadas del Sr. Núñez). Además convienen un tiempo de espera de un año para llevar a cabo lo acordado. De esta manera, ya no es necesario volver a la mediación ni recurrir a otras vías.

Estamos escribiendo el acuerdo. Lo lúgubre o siniestro del relato se transforma. Mi cuerpo está vivo, siento el placer de la pura técnica y su eficacia. La técnica de la mediación es lo que el óleo y el pincel a la pintura, o la partitura a la música. El medio por el que lo siniestro deviene maravilloso (esencia del acto creativo).
¿Podremos decir que el tema no esperable, desconocido, restituyó a mi cuerpo la frescura, la operatividad del dispositivo “puro” (no sé si es puro pero no se me ocurre como llamarlo en este momento)?
¿Cómo restituir al cuerpo en las mediaciones cuyos temas son esperables, cómo recuperar esa cuota de desconocimiento, de inquietud, de frescura y que nos atrape lo singular del caso aunque los títulos sean los mismos?
Gastón Bachelard, que introdujo en ciencia el concepto de ruptura epistemológica, dice que los obstáculos epistemológicos son los “saberes” previos que resisten y se oponen a la aparición de lo nuevo. ¿Cómo superar los obstáculos epistemológicos, que no nos atraviesen los conocimientos previos superponiéndose y desdibujando lo diferente y nuevo por conocer?, ¿Qué cada proceso de mediación sea en sí mismo contexto de descubrimiento?
Y podríamos abrir otro interrogante, ¿cuál es el sentido de las especializaciones en mediación? ¿No es exponer al cuerpo sólo a lo viejo y conocido de la exclusividad de un tema? (¿Y para qué?) ¿No es más saludable la diversidad?