la práctica

La casita de Naipes

Patricia Veracierto

Comprender puntos de vista y satisfacer intereses... el eterno milagro.

Llegaron dos jóvenes solteros, padres de una pequeña de 2 años mostrando un alto estado de tensión y demanda mutua. Carla solicitó la fijación de la tenencia a su favor, lo que formalizaría la situación de hecho, pide alimentos y régimen de visitas. Se mostró demandante respecto de Pablo a quién calificó de irresponsable ya que se había desentendido de sus obligaciones. Tuvo que afrontar sola su embarazo ya que Pablo le había manifestado no estar preparado para ser padre y formalizar una relación, la que a partir de ese momento, fue interrumpida. Contó que Pablo la acompañó en el parto, colaboró económicamente y se ocupó de cuidar a la niña en horarios en que ella estudiaba. Se manifestó preocupada por el inminente comienzo del jardín de infantes de Camila quién no tiene el apellido de su papá pidiendo una acción de Pablo en este aspecto. Que reanude los aportes económicos. Reclama una relación normal con su hija.
Pablo manifestó atravesar por una situación de stress y presión que lo llevó a iniciar un tratamiento terapéutico. Reiteró en varias oportunidades no sentirse bien, estar muy mal, coincidiendo su gestualidad y aspecto físico con dicha descripción. La situación de tensión de este último hizo que decidiera tener reuniones privadas con las partes, empezando por Pablo.
Ya en la reunión privada dijo estar muy alterado por la situación y muy confundido en relación con su sentimiento de paternidad. Expresó sentirse enojado y con bronca hacia Carla ya que lo presionó desde el momento mismo de la concepción de Camila, a hacer más de lo que él estaba dispuesto. Que habían tenido una relación pasajera en la creencia de que Carla tomaba los recaudos para no quedar embarazada y que si bien se hizo cargo de sus obligaciones básicas rechazaba interiormente la idea de ser padre de manera impuesta. Que la presión de Carla era continua, y que pese a haber presenciado el parto, cumplir con el sostén económico y cuidar a la niña cuando Carla estudiaba, siempre había un algo más que requerir. Paralelamente su situación laboral a la que calificó como insalubre se fue acumulando hasta llegar a un punto en que hizo explosión y necesitó tomar un poco de distancia para poder elaborar todo lo que le pasaba. Manifestó su enojo por ser forzado a comportarse como un padre ejemplar propio de una familia planeada y construida con acuerdos mutuos, cuando había sido claro en su posición. Manifestó estar dispuesto a dejar plasmada la cuota alimentaria, ya que siempre cumplió con ella, salvo en este mes y medio de crisis. Ante preguntas referidas a su vínculo con Camila, expresó que decidió alejarse temporariamente ya que consideraba que en el estado en que se encontraba, nada bueno podría darle. Que su intención era incorporarla lentamente a su vida, aceptarla por si mismo y sólo requirió tiempo para esto ya que quería lo más sano para Camila. Al indagar sobre el significado de lo más sano expresó que tenía una relación conflictiva y difícil con su padre y que no quería esto para él y la niña. Que no estaba en condiciones en ese momento de acordar otra cosa que la cuota alimentaria. Dijo creer que la necesidad planteada en ese momento era más de Carla que de Camila.
En la reunión privada con Carla expresó que quería que Pablo accediera a sus pedidos, que no quería forzarlo, pero que la niña no podía esperar mucho más. Indagué acerca de que era una relación normal explicando que la de cualquier papá con su hija y describió la misma de la siguiente forma: que la llame, que la vea, que la saque a pasear, que concurra a las reuniones del jardín, que la lleve al médico. Intenté legitimación hacia Pablo en relación con las conductas por el desplegadas y por ella reconocidas hasta la crisis, expresó que “sí se ocupó..., pero porqué no la reconoce legalmente?, es tan simple, es un trámite!, si sabe que es su hija, si cumple con sus obligaciones, si ha hecho otras cosas, tanto le cuesta ir a reconocerla!!!la nena va empezar el jardín y está mál.” A través de preguntas reflexivas acerca del tiempo que Pablo manifestó necesitar, dijo que lo entendía pero que la niña era más importante que su necesidad. Que estaba dispuesta a esperar pero no demasiado, que sino iría a juicio. Le pregunté como imaginaba la calidad de relación de Pablo con Camila si le imponía un tiempo en estas condiciones, qué pensaba de los efectos que una situación de ese tipo podía tener en la relación paterno filial y en la de ellos como padres de Camila. Respondió que seguramente malas.
Reunidos nuevamente en sesión conjunta Pablo se mostró más relajado por haber podido desahogarse. Acordaron en firmar un acuerdo de alimentos y fijar una nueva audiencia para seguir avanzando.
El trabajo realizado en una audiencia que duró casi tres horas, mejoró la situación de tensión inicial construyéndose una respetable “casita de naipes”, pero una casita al fin. La detección de los intereses y necesidades de Pablo –tiempo, no presión y lo más sano para Camila- y los de Carla –que se hiciera el reconocimiento ante el Registro Civil y reiniciara el contacto con la niña- me permitieron trabajar con la hipótesis de que si la mediación brindaba un lapso prudencial que permitiera a Pablo decidir por él mismo esta vez la paternidad se llegaría a un acuerdo satisfactorio para ambos. La escucha que posibilitó este ámbito y las preguntas reflexivas efectuadas a Carla permitieron que aceptara en alguna medida la necesidad de conceder algún tiempo. La aceptación de una nueva audiencia y la firma del acuerdo parcial por alimentos posibilitó continuar con el trabajo.
Reunidos nuevamente después de la feria judicial empecé la reunión preguntándole a Pablo como se encontraba de salud, contestó que aunque levemente, había experimentado cierta mejoría, pero que su recuperación era muy lenta. Manifestó que aprovechó para ver un ratito a la niña en cada oportunidad que abonó la cuota alimentaria –dos veces desde la audiencia- que también en este aspecto sentía que había avanzado incorporando a la niña lentamente y trabajando en este aspecto. Que su crisis había sido profunda y el tiempo transcurrido no había sido mucho. Carla apareció acompañada de otra letrada, ya que la titular había tenido un inconveniente personal que le impidió concurrir. Ante el relato de Pablo la letrada irrumpió diciendo “no podemos esperar eternamente que el Sr. decida reconocer a su hija”, a lo que Carla se plegó diciendo que en realidad Pablo “quiere hacer tiempo y zafar”. Inmediatamente decidí volver a trabajar en reunión privada intentando evitar la escalada del conflicto y para salvar de la destrucción a la casita de naipes que entre todos habíamos construido en la primera audiencia y que peligraba ante esta nueva aparición en el sistema.
Comencé con Carla y su abogada a quién le hice un resumen del trabajo de la audiencia legitimando la comprensión asumida por Carla respecto de la necesidad y perspectiva de Pablo en el conflicto. Este trabajo me sirvió en la construcción de mi neutralidad con relación a la actitud asumida por la letrada, pudiendo entender que sólo presenciando la colocación carta por carta en aquella primera audiencia podía entenderse la situación de conflicto planteada. Pregunté a Carla que quería decir con que Pablo quería “hacer tiempo y zafar”, de que podría zafar Pablo? y ante el proceso mental que implica el responder con significados concretos y la reflexión que ello implica respondió: “y...sigue pasando el tiempo y...Camila espera....” la posibilidad de pensar le demostró que Pablo de nada zafaría. Le pregunté a ella y a su abogada cual sería su alternativa si decidían no esperar más contestando que podía iniciar el juicio y un juez impondría sus obligaciones. Su respuesta me permitió evaluar con ambas los tiempos para que ello ocurriera y el significado que esto tenía para ella. Volví a mis Palabras de Apertura –lo de discurso inicial nunca me gustó- donde había enfatizado en la autocomposición lo que había sido consentido por ella haciendo una valoración positiva de esa posibilidad.
A través de preguntas circulares y reflexivas Carla pudo tomar en cuenta y registrar los avances logrados desde el inicio de la mediación a raíz del tiempo que ella había concedido: cuota alimentaria regularizada, reinicio del contacto de Pablo con Camila pese a no haber sido pactado, mejora del estado anímico de Pablo, pregunté en forma circular que disposición habría para conceder un tiempo adicional que pudiera traducirse en nuevos avances, si ese tiempo fuera requerido.
En reunión con Pablo le pregunté acerca de su contacto con Camila y sus efectos. Reiteró que lentamente y voluntariamente iba incorporándola a su vida. Le pregunté, también en forma circular qué creía que le pasaba a Camila con esta situación, que pensaría, como se sentiría. Me respondió que el creía que Camila estaba bien y que tenía el suficiente amor de los que la rodeaban. Legitimó a Carla en este aspecto. Que lo mejor, lo más sano para la niña era que él estuviera bien. Trabajé con preguntas reflexivas con relación a sus sentimientos hacia Camila y su enojo hacia Carla y pudo reconocer la necesidad de separar a uno del otro. Expresó que no quería establecer pautas ni obligaciones por ahora, que necesitaba avanzar en su proceso voluntario hacia el reconocimiento de su hija. El resto sería su lógica consecuencia.
Reunidos en forma conjunta les pregunté acerca de la posibilidad de tener algún patrón objetivo que diera cuenta de la salud de Camila acordando ambos que un psicodiagnóstico podía ayudar en este aspecto. Dicho acuerdo posibilitó fijar una nueva fecha de audiencia con un tiempo prudencial que permitiera realizar el diagnóstico. La casita seguía en pie.
Llegamos a la última audiencia y sin siquiera recordar las partes que esperábamos un informe de psicodiagnóstico, el que ni siquiera pidieron y que por otra parte no estaba concluido, Pablo inició la conversación junto con su abogada expresando que estaba dispuesto a concurrir al Registro Civil a efectuar el reconocimiento de Camila. La relajación de Carla fue total. Cesaron los reclamos y los requerimientos de padre normal. Acordaron un régimen de visitas amplio previo contacto telefónico.
Este caso me recordó los juegos pedagógicos de la mujer vieja y la mujer joven, el vaso medio lleno o medio vacío. Ambos están y existen. Muchas veces la sociedad y el derecho plantea patrones de conductas deseables, siempre relativos si tomamos en consideración el propio concepto de justicia derivado de la ética de cada ser humano. Comentando el caso y al ser observado el mismo por alumnos, la sentencia o condena hacia la actitud de Pablo era generalizada. Sin embargo, pude manejar mi neutralidad desde la perspectiva de la comprensión, entendiendo la realidad de cada uno y tratando a través de mis intervenciones que cada uno pudiera al menos ver “algún rasgo de la vieja o de la joven que cada uno de ellos no veía”. El resultado está a la vista, el tiempo, el espacio y reflexión posibilitado por la mediación permitió que Pablo voluntariamente pudiera aceptar ser padre, y que Carla consiguiera satisfacer su interés, o el de Camila, resulta indistinto averiguarlo.
Dejo abierto un interrogante: Mi trabajo puso en riesgo el interés del niño? Dar alguna prioridad a la necesidad de Pablo significó dejar de lado el interés de Camila? Si hubiera intentado el camino de focalizar y trabajar en forma directa sobre el supuesto interés y urgente necesidad de la niña, se habría obtenido el mismo resultado? ¿Cómo saber cual es el verdadero interés de un niño y quién estaría capacitado para saberlo?

El nivel de contacto personal generado con ambas partes, me permitió, al finalizar la mediación, hacer un análisis con ellas de los efectos del proceso que quiero compartir con los lectores.
Que expectativas tenían al llegar a la mediación? Pablo quería solucionar el problema, pero creyó que no se podría. Carla que alguien le impusiera a Pablo sus obligaciones.
Que encontraron en el proceso de mediación? Pablo una actuación profesional del Mediador sobre el conflicto que hizo que paso a paso se encaminara a la solución con mucha flexibilidad y permitiendo durante el proceso que él tomara sus decisiones. Carla: darme cuenta del propio poder para decidir, me costó aceptar que nadie le dijera a Pablo lo que tenía que hacer pero entendí que aunque le hubieran impuesto las obligaciones, sin su decisión no serviría de nada. Encontré profesionales capacitados para este trabajo. Ambos coincidieron en la utilidad de encontrar un espacio donde pudieran hablar y escucharse.
Creo que lo construido ha mejorado el material de la casita.