la librería

Bibliografía comentada

Acerca de la Clínica de la Mediación

Patricia Aréchaga, Florencia Brandoni, Andrea Finkelstein.

la trama

Relato de casos. 227 ps.

Editorial Librería Histórica,
Buenos Aires, 2004

“Acerca de la Clínica de la Mediación” constituye una paradigmática muestra de cómo una práctica nueva se transforma en una profesión con mayúscula.

A medida que se avanza por sus páginas se tiene la sensación de estar “escuchando” como las autoras desgranan sus reflexiones sobre su propia práctica. Pero no se limitan a la descripción de una tarea sino que abrevan en diversas fuentes: la literatura, la filosofía, el psicoanálisis, que dan a esta obra un singular y mucho más amplio marco teórico.

La mirada interdisciplinaria sobre la mediación es uno de los pilares de este libro. Las autoras realizan una conocida pero pertinente distinción entre interdisciplina, multidisciplina y transdisciplina, considerando necesario orientar los “esfuerzos a construir una nueva disciplina”. En este sentido, dicen las autoras: “nos encontramos ante movimientos tendientes a la construcción de una disciplina que se va conformando con saberes que originariamente pertenecieron a otras”.

Fiel a las ideas con las que concibieron su libro, que surgen coherentemente de su lectura, las autoras desarrollan las temáticas elegidas en 4 capítulos, ejemplificando cada una de ellas a través del método de casos.

En los Conceptos Preliminares, dan cuenta de la utilización de la metodología de casos y el por qué de pensar en una clínica de casos. Abordan su trabajo desde su particular significación de la mediación a la que entienden como “un instituto que aporta a una transformación cultural, en el sentido de colaborar con la modificación de una concepción litigiosa como forma de abordar las diferencias entre los individuos”.

En el segundo capítulo afrontan un tema polémico como es el de los casos mediables y aquellos que no lo son. Entienden el conflicto como “... una construcción”; y dicen, siguiendo a Leonardo Schvarstein, que “una situación es vivida como conflictiva si es significada como tal”. Describen las condiciones que deben darse en los sujetos para poder transitar la mediación y en este sentido, sostienen que “los disputantes deben ser capaces de una asunción del conflicto tal que los impulse a pensar en acciones personales para resolverlo”. Un concepto interesante que se elabora en este capítulo es el de la “demanda” ya que, dicen las autoras, para que un caso resulte mediable, el sujeto debe realizar la “formulación de una demanda de resolver el conflicto”, es decir, debe “formular un pedido de ayuda”. A continuación se describen las situaciones en las que la mediación tiene un límite, ya sea que éste venga dado por las cuestiones éticas del mediador, por la materia u objeto del conflicto, o en función de los participantes, o por el vínculo entre ellos.

En el siguiente capítulo se adentran en la polémica acerca de la neutralidad. Acuden para ello, además de su propia experiencia y reflexiones, a las concepciones de otros profesionales acerca de la imparcialidad y la multiparcialidad. Entienden que el dispositivo de la mediación “no es neutro”, y que para que el mediador pueda conservar su lugar ético, debe poder confiar en este dispositivo y en la capacidad de autodeterminación de las partes. Y al respecto dicen las autoras que “en la dinámica de las interaccciones se ancla la noción de multiparcialidad, en el sentido de dar credibilidad y legitimación a cada una de las narraciones que conforman la totalidad del conflicto y establecer alianzas temporarias para generar simetrías y estimular la participación”, dando lugar a “la inclusión de todos los intereses en juego en la situación conflictiva”.

En el último capítulo tratan el recorte del conflicto, la definición del problema y las intervenciones. Describen cómo las intervenciones del mediador harán discurrir la mediación por un camino o por otro, y podrán generar diversos resultados; y cómo incide la actuación del mediador en la dinámica que “se va gestando en la conversación”. Alertan las autoras acerca de otorgar “mayor valor a las herramientas que a la construcción del caso” y como se requiere, para evitarlo, que el mediador pueda “suspender el juicio propio”. Resaltan asimismo los campos que se entrelazan en la práctica de los mediadores: “el campo de los dichos de las partes, el de las hipótesis del mediador y el del impacto personal que el discurso de los participantes provoca en el mediador”. Resulta interesante el desarrollo sobre las hipótesis que se formula el mediador y en particular la aplicación a esta práctica profesional del concepto de abducción, que merece una lectura cuidadosa y resultará de especial interés para la labor de los mediadores.

También se han ocupado las autoras de reflexionar acerca de cómo la cosmovisión de las personas impulsa a cada uno de los sujetos en situación de conflicto a posicionarse de una manera determinada. Consideran “oportuno revisar el concepto de encuadre” y establecer qué implica el encuadre para hacer posible la tarea del mediador. En el párrafo acerca del recorte del conflicto, se preguntan las autoras cómo hacer para que “el más de lo mismo” que aparece en las mediaciones pueda tornarse en “menos de lo mismo”. A continuación proponen cómo delimitar el campo del conflicto y cómo moldear el objeto de trabajo. La tarea del mediador, dicen, habrá de ser “validar los intereses de las partes y a partir de ello acceder a una nueva definición de conflicto”

La última parte del libro está dedicada a una investigación sobre la inscripción subjetiva y la configuración del imaginario social de la mediación, realizada por Andrea Finkelstein, Florencia Brandoni y Matilde Risolía, cuya síntesis respecto del método de la mediación merece transcribirse: “ se reafirma la idea de concebirlo de la manera que hicimos al inicio: como una nueva práctica social tendiente a una transformación cultural, como un modo de gestión de la vida social. Es este sentido el que nos alienta a comprometernos con el futuro de esta práctica”.

Este es un libro en el que los “casos” ocupan el lugar que les viene dado en el título. Han sido relatados con el cuidado propio de ser “maravillosas historias de vida que fueron entregadas en singulares versiones”. Cada uno de ellos ilustra alguno o algunos de los conceptos desarrollados en cada capítulo. Y si bien, como dicen las autoras, “los casos están construidos en función de un recorte particular”, es posible extraer de repetidas lecturas muchas aristas interesantes que invitan a nuevas reflexiones sobre la propia práctica del lector-mediador.

Las autoras demuestran una gran seriedad a la vez que una gran humildad al entregarnos en su escritura tanto los aciertos como los errores. De ambos logran extraer importantes enseñanzas que transmiten abiertamente, con generosidad y sin restricciones. Han cumplido su propósito, plasmado en la Presentación: a partir de esta práctica nueva, han logrado una importante construcción teórica.

Este es un libro que merece leerse.

Viviana V. Gómez