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Bibliografía comentada

Temas de Interconsulta

Clara I. Schor-Landman

la trama

Editorial Galerna, Bs. As., 2004


Lacan solía decir que el psicoanálisis hizo su aparición como una consecuencia reactiva a la abolición de las peculiaridades subjetivas que caracterizaba a la sociedad y al discurso decimonónicos (cientificista, técnico, objetivizado). Es decir, que el hecho que Freud y el psicoanálisis hayan eclosionado en 1900 se enmarca dentro de las posibilidades de la estructura de la época –y son un derivado de ella- y no meramente de la genialidad de un extraordinario hombre de gabinete iluminado. Lo que la ciencia deja de lado –la subjetividad en cuanto tal- retorna a través del discurso psicoanalítico, encargado precisamente de rescatar lo propio de cada uno oculto en la dialéctica intersubjetiva.

El eje central del libro “Temas de Interconsulta†(Ed. Galerna, 2004), escrito por la psicoanalista argentina de orientación lacaniana Clara I. Schor-Landman es justamente la irremediable tensión entre lo universal de las normas y la época, y lo singular entramado en el padecimiento humano. Siendo un espacio de interrogación abierto a múltiples indagaciones, la intersección entre el derecho, la mediación y el psicoanálisis no ha tenido sin embargo un despliegue productivo de dimensiones considerables. Sí ha sido objeto del interés de variados autores la temática relativa a la ley –y al deseo imbricado en toda ley- pero desde una perspectiva estrictamente psicoanalítica; las consecuencias para el derecho positivo de los diversos cuadros psicopatológicos –desde una óptica jurídico-psiquiátrica-, los aportes de la psicoterapia a la mediación –desde corrientes psicológicas más que psicoanalíticas, más caras que el psicoanálisis al trabajo interdisciplinario- o bien, se pensó la existencia del psicoanálisis como una mera herramienta a tener en cuenta a la hora de la derivación.

La autora propone algo sin duda distinto y novedoso: indagar la dimensión subjetiva anudada a los casos judiciales de familia y de mediación desde una escucha psicoanalítica. Privilegiada por una vasta experiencia en el campo de trabajo interdisciplinario, Schor–Landman puede situar con extrema claridad los puntos posibles para una interrogación psicoanalítica implicados en las audiencias jurídicas, en las de mediación, en las entrevistas de familia, en los casos de adopción, en el campo de la prevención, en la violencia doméstica, en las cuestiones de la época, en los síntomas contemporáneos –patologías del consumo y del acto- y en la peculiaridad de los tratamientos de orientación psicoanalítica. Y esto ejemplificarlo con exquisitas viñetas clínicas que le dan un soporte clarificador a su decir. No es poco, si tenemos en cuenta que los psicoanalistas en general evidencian grandes dificultades para pensar un entrelazamiento discursivo que trasciende el encuadre de una demanda localizada en un consultorio.

Siendo una compilación de trabajos y exposiciones realizados en el curso de muchos años de trabajo, el libro está compuesto por capítulos breves, que abarcan temas diversos, y tienen el carácter de intervenciones puntuales, en la inmanencia de la situación analizada. Se trata de verdaderas “notas ad hoc†que redundan en una sensación de estar siendo partícipes de un pensamiento en acto más que de una exposición universitaria y enciclopédica del saber establecido. Tal vez esta forma de exponer las ideas conlleve una potencia inigualable en esta época de urgencias desesperadas y sentidos volátiles.

Por eso, la autora arriesga las diferenciaciones entre las categorías aristotélicas universal-singular mediante destellos de elucidaciones en las que lo central resulta el estatuto del sujeto en el campo del derecho, de la mediación y del psicoanálisis. Estas tres disciplinas parecen justamente seguir ese camino hacia lo propio de cada sujeto más allá de las convenciones y las normas, que Lacan llamó goce, y que se sitúa más allá de cualquier generalización posible. En ese sentido, y haciendo una contribución necesaria a los fines de la interdisciplina, el libro sitúa las diversas formas en que las distintas teorías “leen†el campo de los fenómenos que las ocupan. Ganando justamente en esa diferencia, en el hecho de que cuando un mismo fenómeno significa algo para el Derecho, significa otra cosa distinta para el psicoanálisis. Por caso, cuando el Derecho apela a la objetividad de los dichos, el psicoanálisis apela al decir, esto es, a la carga subjetiva implicada tras lo que se dice.

Pero hay que decirlo todo: si bien el trabajo puede resultar transparente para aquellos iniciados en la obra de Lacan, pueden encontrarse pasajes de relativa oscuridad para quienes el libro constituye una primera aproximación al autor. Asimismo, el trabajo presenta orientaciones conceptuales precisas pero no herramientas concretas de trabajo. Y, al abordarse de modo más metódico el campo del Derecho, tal vez falte una interrogación más profunda de la intersección entre el Psicoanálisis y la Mediación. Sin embargo, el enfoque general puede ayudar a cualquier trabajador de la Salud Mental o de los métodos RAD a abordar los padecimientos característicos de la época y a entrenar una escucha distinta sobre los mismos.

Además, y desde perspectivas no psicoanalíticas, el libro cuenta con el valioso aporte de M. Gabriela Rodríguez Querejazu -quien realiza un elogio de la síntesis sobre la especificidad de la Mediación Comunitaria y debería ser galardonada precisamente por su notable capacidad para resumir en pocas líneas lo específico de una disciplina que la tiene como avezada vanguardista- y con un artículo de Carmen S. González Barreiro, que ayuda a clarificar el entrecruzamiento discursivo en juego desde la óptica del profesional del derecho que trabaja con temas de familia.

Interesante iniciativa pues, el libro ofrece una indagación psicoanalítica sobre fenómenos de borde, de entrecruzamiento discursivo, sobre reales compartidos de la práctica que no sugieren una respuesta única y apresurada, pero que exigen una indagación profunda desde discursos distintos. En el desarrollo se insinúa una dirección hacia la singularidad: se parte del derecho (máxima generalidad), para seguir por la mediación (acotamiento de las normas generales a los intereses y necesidades individuales) y terminar en el psicoanálisis (tratamiento por la palabra de lo imposible de ser simbolizado). Freud sostenía que la diferencia entre los estímulos externos y los internos era que mientras que los primeros podían evitarse con la huida, ella de nada servía en el caso de los segundos. Es justamente en aquellos puntos en los que el empuje pulsional interno se topa con el otro, con el partenaire, con la familia, con las normas y con la sociedad, que el espacio de la interconsulta tiene mucho por aportar.

Tomás Leivi