número 67 / noviembre 2020

Mediación comunitaria

La promoción del diálogo colaborativo como fortalecimiento de las capacidades comunitarias.

Rosa María Olave Robert (Chile)

Resumen

Texto extraído del libro Nató, Alejandro M. - Montejo Cunilleras, Lola - Negredo Carrillo, Oscar (coords.), Mediación comunitaria. Recorridos, sentires y voces en tiempos de cambio, Buenos Aires, Astrea, 2018. Agradecemos la gentileza de Editorial Astrea.

Texto

1. Evolución de la mediación comunitaria: una mirada desde la experiencia personal.

          La evolución de la mediación comunitaria es pasible de ser analizada en el contexto de América Latina, y en particular en relación con la realidad chilena.

Su origen y desarrollo ha sido en contextos de violencias, desigualdades, grandes dificultades de acceso a la justicia, principalmente de aquellos grupos de la población vulnerados en sus derechos.

Una aproximación al conocimiento y evolución de la mediación comunitaria, me lleva a recordar un libro escrito y publicado en Río de Janeiro, Balcão de direitos: resoluções de conflictos, el cual trata sobre la experiencia de espacios que funcionaban en las favelas, con asistencia de abogados, estudiantes de derecho, trabajadores sociales, con el objetivo de resolver conflictos locales, entregar documentación, informar a la comunidad sobre sus derechos, y contribuir a la disminución de la violencia, entre otros.

Balcón de Derechos, proyecto implementado por la ONG Viva Río en los años 90, se creó para dar asistencia jurídica en las comunidades de las favelas, desarrolló una metodología pedagógica y jurídica para atender las necesidades de sus habitantes y fortalecer redes de apoyo y asociaciones, líderes locales y vías de acceso a la justicia.

Esta experiencia desarrollada en Río de Janeiro ha sido inspiradora en el desarrollo de la mediación comunitaria, tanto en sus aspectos conceptuales y teóricos como en la práctica, y destaca en ella su fuerte inserción en las comunidades de las favelas, con participación activa de sus moradores, en contextos de alta conflictividad y violencia.

Es a partir del conocimiento directo del Proyecto Balcón de Derechos, y especialmente la experiencia desarrollada en la favela Babilonia, lo que motivó a un equipo de chilenos y brasileños, a plantearse el desafío de escribir una publicación de mediación comunitaria, que permitiera dar a conocer distintas experiencias de desarrollo de la mediación comunitaria en América Latina, que han ido gestándose principalmente en los últimos veinte años, y que ayudara a reflexionar, problematizar y conceptualizar, a partir de ellas.

Durante aproximadamente cinco años conocimos experiencias de MC en distintas ciudades y países de América Latina, generándose espacios de intercambio y discusión, y en 2016 fue posible darle vida a la Guía de mediación comunitaria.

 

2. Contexto de desarrollo de la mediación comunitaria.

Los conflictos en América Latina se expresan de múltiples formas y en distintos espacios. Su origen proviene de tensiones en la convivencia entre distintos grupos y personas, pero por falta de políticas adecuadas, los conflictos muchas veces no son canalizados en procesos dialogados y, por tanto, la ausencia de tratamiento accesible resulta en una cultura que, a menudo, conduce a la omisión o a respuestas violentas de los individuos frente a los problemas, que parecen más grandes que sus capacidades de solución.

Los problemas son complejos y urgentes; hay que considerar que no es posible aislar un solo factor generador de este y es necesario, por lo tanto, tener una visión integral y plural para proponer caminos posibles.

Múltiples conflictos y la complejidad de estos, más escasas respuestas institucionales para abordarlos y gestionarlos, es algo que se hace más evidente y dificultoso en aquellos sectores más pobres de las ciudades de muchos países de América Latina.

El desarrollo de la mediación comunitaria y su evolución se ha ido construyendo en relación con las dinámicas propias de América Latina y adecuando a las realidades propias de cada país y localidad.

Ha considerado las potencialidades y tamaños de cada lugar, los actores presentes y su capacidad de articulación y movilización, la participación de los distintos grupos y personas. Ha actuado en un escenario diverso y complejo, por lo que ha necesitado de una estructura flexible, sensible y conocedora de la cultura local, y capaz de actuar en conflictos de distinta naturaleza.

Las prácticas de mediación comunitaria se han desarrollado desde distintos y variados espacios. Desde el mundo de la sociedad civil, de los organismos gubernamentales y no gubernamentales; desde el mundo académico, universitario, desde la inserción en algún territorio, lo que manifiesta un desarrollo diverso y de necesaria complementariedad.

 

3. Implicancias de la mediación comunitaria.

Es una herramienta que alienta el empoderamiento y la emancipación social, que busca transformar el conflicto y conlleva procesos de cambio a nivel personal y social, de aquellos que están involucrados directa o indirectamente en él.

Promueve procesos de aprendizaje individuales y colectivos, desarrollando capacidades de autonomía personal, local y territorial: espacios en los cuales los problemas se pueden resolver mediante los recursos comunitarios.

Su práctica se basa en valores como la emancipación, la deliberación, la pedagogía social, la participación, entre otros. Así, plantea la importancia que tiene el fortalecer las capacidades de las propias comunidades para transformar sus condiciones de vida por medio de la promoción del diálogo deliberativo y del fortalecimiento de las redes y capacidades locales. La mediación empodera a las personas para dar respuesta a sus propias necesidades.

Lo anterior se funda en la premisa de que los aspectos centrales de la mediación comunitaria es la construcción de ciudadanía, de capacidades democráticas y autónomas en la sociedad.

 

4. Acerca del rol de la persona mediadora y su legitimidad.

El papel del mediador implica un abanico de posibilidades, de factores que indican quiénes pueden ser los mediadores más apropiados para cada circunstancia y contexto. Estos deben tener características personales y habilidades, como el sentido común, la creatividad, la capacidad de transmitir confianza, la comunicación, la sensibilidad para escuchar, la credibilidad, la capacidad técnica para analizar los problemas respetando los principios  éticos.

La mediación es una contribución a la consolidación de un entorno democrático, plural y seguro, donde el conocimiento local es respetado como parte del proceso de aprendizaje. En este sentido, el mediador busca contribuir a la construcción de una cultura de paz y justicia, reducir la exclusión y la dependencia, fomentando la autonomía de las personas de la comunidad en la atención y resolución de sus problemas. Asimismo, el papel es garantizar y ayudar en el proceso de mediación que se realiza por los propios mediados.

Por lo tanto, es importante que con sus conocimientos y habilidades, el mediador proporcione información para que las partes reflexionen, reconsideren las posiciones y reclamos de cada uno y las circunstancias del conflicto con el fin de lograr la solución más satisfactoria para ambos.

Según FREIRE, “no hay saber más o saber menos: hay saberes diferentes”. En este sentido, la mediación comunitaria se caracteriza por provocar una convergencia de conocimientos, habilidades, experiencias y capacidades en un espacio de reflexión y diálogo que conduce a la transformación de los conflictos.

 

5. La comunidad, su relación y responsabilidad con los conflictos.

Un elemento que puede favorecer que una comunidad se apropie de sus problemas y dé respuesta a estos, es que conozca sobre ella misma, en particular cuáles son sus características culturales y los límites físicos y humanos del territorio y su historia.

En este proceso, en particular en los casos de alta conflictividad, es importante tener una especial atención puesta en los jóvenes, muchas veces no reconocidos como actores relevantes, pero que ocupan un lugar destacado, como víctimas y victimarios tradicionales, de conflictos y violencias.

Otro punto a favor es conocer el perfil de los conflictos de mayor incidencia: saber sus frecuencia, la gravedad y quiénes son los involucrados y los roles que juegan; además, es importante poder identificar qué problemas son abordables y cuáles no lo son (o al menos en las primeras etapas); dónde y cuándo ocurren (en términos reales como de percepción).

 

6. ¿Riesgos de la mediación comunitaria? un instrumento de control social o de democratización.

En algunos contextos y circunstancias puede ser un gran riesgo que esta se utilice como herramienta de control social, en nombre de “la paz social” y “la buena convivencia”.

En marcos de gran desigualdad estructural o de opresión, como han sido históricamente las experiencias de las dictaduras latinoamericanas, es probable que la promoción de formas de negociación y diálogo para abordar problemas estructurales sea limitada. Es importante reconocer que, en ciertas condiciones, promover el diálogo o la negociación puede constituir una forma de que los actores perciban que se perpetúan las condiciones de opresión e injusticia y, por ello, la mediación no necesariamente constituya una forma efectiva de transformación de conflictos por sí sola.

La crítica aparece respecto de si es posible el diálogo en condiciones de opresión y violencia, perpetuando situaciones de injusticia y violencia estructural.

 

7. Mirando hacia el futuro: la mediación comunitaria 2035.

Me lleva a pensar en su influencia potencial, que incorpora temas de interés colectivo y, en particular, relacionados con los derechos y la participación. Se debe avanzar hacia mediadores comunitarios que por su legitimidad y habilidad para favorecer el diálogo sean referentes para el conjunto de la comunidad y para agencias gubernamentales, como interlocutores calificados para hacer frente a contextos de construcción de entendimientos y acuerdos.

El diálogo, la deliberación y el empoderamiento comunitario serán vías efectivas para transformar los conflictos, con la convicción que brinda la importancia de generar capacidades, prácticas y redes locales para la mediación.

El cumplimiento de una función pública, pero a escala comunitaria, aumenta el sentido de pertenencia de la colectividad. El fortalecimiento de la identidad comunitaria amplía su efecto protector y solidario, rompiendo la cultura de la invisibilidad, muchas veces presente a nivel interno y externo en las comunidades.

Se debe ir hacia el logro de sociedades y relaciones humanas construidas sobre la base de valores fundamentales como el reconocimiento y consideración del otro; tratar de entender sus puntos de vista, sus intereses y necesidades tanto como tratar de dar a conocer los propios; asumir la responsabilidad, y el poder, de llegar a acuerdos duraderos pero, en particular, de crear relaciones de convivencia con los demás que sean respetuosas, integradoras, que acepten y valoren tanto la diversidad como las propias identidades.

Se debe aspirar a una mediación comunitaria que fomente la creación o fortalecimiento de las comunidades en lo cotidiano, asumiendo el poder y la responsabilidad de la convivencia y la resolución de sus conflictos, en su mayoría, como síntomas u oportunidades de crecimiento y evolución, desde ellas mismas, complementando las estructuras, instituciones y organismos del Estado y de los gobiernos central y locales, como instituciones y organismos privados que actúan en las sociedades pero que no pueden –ni deben– llegar a esos ámbitos.

Finalmente, la mediación comunitaria instalada en los barrios, en las ciudades, en las políticas públicas, en los distintos espacios de la vida social. Ciudadanos comprometidos activamente en la búsqueda de soluciones. Sociedades más inclusivas, conviviendo en la diversidad y respetuosas de las identidades y la diversidad cultural.

 

 

Biodata

Rosa María Olave Robert (Chile)

Psicóloga, docente de Negociación y Mediación. Directora del Programa de Mediación y Resolución de Conflictos, Facultad de Derecho, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile. Integrante del Comité Ejecutivo de Red Mediación Chile. Ha participado como docente invitada en programas de formación sobre temas de prevención de violencia, convivencia, gestión colaborativa de conflictos, mediación comunitaria, en El Salvador, Guatemala, Argentina, México y Colombia.

 

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